El francotirador

2004

Oleo sobre tela
61x50 cm.

¿Cómo se muestra aquello que no quiere ser mostrado? ¿Aquello cuya naturaleza es
permanecer oculto? Para plantearse este eterno dilema se dispone un francotirador apostado,
quizás, en alguna parte de un hotel. Quizás tras el vidrio de una ventana. Quizás en un tejado.
Quizás el disparo no se haya producido todavía. Quizás sí. El espacio confuso entre lo real y lo
imaginado, entre lo que vemos y lo que conocemos, como en la perversa fotografía de Blow
Up, es el espacio para nuestra percepción, juego de reflejos, flexiones y reflexiones que nos
muestra siempre tan solo una parte de la realidad, nuestro turno, aquel que la pintura ha
decidido representar a través de su historia omitiendo el resto de la existencia que escapa a
nuestra mirada, una mirada que ocupa un espacio y un tiempo. Este espacio y este tiempo. Un
turno. Este francotirador se servirá de un atril cuadriculado y de un visor que le permiten,
apostado fuera de la partida, copiar lo que se llama “la verdad”, aunque esta verdad sea tan
relativa como nuestros sentidos. Al igual que los viejos maestros del Renacimiento y del
Barroco con su uso de lentes y cámaras oscuras, el francotirador copia obsesivamente cada
detalle de lo que ve hasta plasmar aquello tan profundo que no consigue ser visto. El
"Francotirador" presenta y representa como un espejo el juego, aspira a situar al espectador
finalmente, de manera irónica, como el único francotirador real que observa su objetivo sin ser
visto. Dibuja al espectador camuflado tras el vidrio de una ventana, pero este se arrepiente, en
el tejado del edificio o tras la enorme H de "Hotel", situándose hasta desaparecer porque,
simplemente, no existe nada ante nuestra vista salvo nuestra mirada. La imagen es imposible. Y
solo queda un hotel, sencilla generalidad que debe adaptarse a cada caso concreto, pues todo
caso concreto es una generalidad. Un ideal falso, imagen utópica, espectador primigenio. Un
cuadro y un espectador, como un hotel y sus huéspedes, condenados a unas mismas
necesidades, a una intimidad como la pintura, a veces demasiado ajena