Recorrer la linea costera con el pie derecho en tierra
y el izquierdo en el agua

2008
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Fractal, de "fractus, fracta, fractum", referido aquello en lo que se convierte una piedra al lanzarla: piezas irregulares.


Remontémonos muy atrás en la historia: imaginemos a un hombre o mujer primitivos. ¿Cuantas formas veían? Sin duda centenares y centenares de millones de diferentes interacciones que se manifestaban en una gran variedad de formaciones con un alto grado de inestabilidad, ya sea por agentes externos inherentes o por su tendencia a la combinación con otros elementos, y debido a la velocidad de transformación con la que operan y los experimentamos, era necesario que se condensasen en condiciones ideales. Pero estas condiciones ideales, primitivas también, sólo eran capaces de operar con las formas más simples, las formas suaves, pero: ¿Cuántas formas suaves veían? Muy pocas: la luna llena, el ojo, la pupila, el iris, algunos alimentos esféricos. ¿Y qué hicieron aquellos primeros hombres y mujeres? Reproducir aquellas formas suaves tan escasas y seductoras. Empezaron a representar las formas simples y desarrollaron poco a poco toda una geometría y posteriormente una ciencia detallada basada en las formas suaves... ¿Y qué pasó con las rugosidades? Pues que quedaron en manos de los artistas hasta que Mandelbrot desarrolló la geometría fractal.

Pero sólo entonces a Mandelbrot se le ocurrió inducir su establecida geometría fractal en la historia de la cultura y así descubre que Hokusai, el genial pintor japonés del período Edo, tenía una visión extremadamente fractal. En sus dibujos, siempre aparece alguna forma clásica, el monte Fuji, que es muy suave y casi un cono, varias formas simples, y todo lo demás es muy abrupto. Mandelbrot afirma que sin saberlo, simplemente por motivos estéticos, Hokusai pintaba fractales. No sabemos a que se refiere Mandelbrot con que Hokusai no lo sabía, o que concepto tiene de lo que es la estética pero en la época de Hokusai, cuando se ejercitaban en las escuelas de pintura la manera en la que debían ser pintadas las montañas, los maestros organizaban excursiones a los montes que iban a servir de modelos, como en su momento lo hizo Hokusai con el monte Fuji, para que los discentes recogiesen de camino a la cumbre minerales de la propia montaña. Estas muestras eran colocadas más tarde ya en el taller en un mesa y reproducidas en cientos y cientos de bocetos, que los futuros artistas estaban obligados a destruir mientras durase su período de aprendizaje. Aquellas muestras eran aquello en lo que se convierte una piedra al lanzarla: piezas irregulares que reproducen un patrón. Delacroix, también era consciente de ello. Una vez, cuando aconsejaba a un joven pintor que le había preguntado cómo se dibujaba un árbol, Delacroix dijo: «un árbol se compone de árboles pequeños».

Quizás Hokusai o Delacroix no pudiesen predecir el patrón estructural de la montaña o las ramas de un árbol matemáticamente, cosa que al fin y al cabo tampoco puede predecir Mandelbrot, pero una característica diferenciadora en los mecanismos, herramientas o metodologías obtenidas por los lentos tanteos humanos y por las formas biológicas exoculturales evolucionadas con una lentitud todavía mayor, es la desconcertante perfección desde el punto de vista práctico de su empleo o de su funcionamiento en su medio natural. La fórmula Beauty is fitness expressed resume la perfecta adaptación de un elemento a su razón de ser, lo que causa placer estético igual en su contemplación que en su reproducción. Pero las curvas y superficies conseguidas directamente por el cálculo y la mecánica aplicadas a la producción, por ejemplo de un navío, son a menudo idénticas a las que resultan de la evolución gradual en el caso de los peces. Son dos procedimientos diferentes para resolver el mismo problema. La distinción no es absoluta en la práctica. Pero la construcción del ingeniero rara vez es definitiva al primer intento: la comparación de los tipos de bicicletas durante los últimos veinticinco años revela una evolución muy graduada a pesar de su rapidez. No debemos olvidar que la tecnología ha ido acelerando desde el neolítico hasta hoy toda transferencia y adaptación, ya sea el fuego o el taoísmo, compactando un multiverso de percepciones, conceptualizaciones y emociones hasta la alta permanencia.